lunes, 27 de diciembre de 2010

lo digo yo, lo decis vos

No es algo que escribí yo, pero muchas veces las canciones hablan por mí, o simplemente me gustan, como cualquier poesía o libro. No digo que esta sea una traducción fidedigna de la canción, simplemente es mi interpretación.

Esta es mi cara, cubierta de pecas con algún que otro lunar y algunas venas.
Este es mi cuerpo, cubierto de piel, aunque no podés verlo por completo.
Y esta es mi mente, que repite una y otra vez las mismas líneas.
Y este es mi cerebro, cuyos torturantes y analíticos pensamientos me vuelven loca.

Y uso enjuague bucal,
y a veces hilo dental.
Tengo una familia
y tomo mucho té.

Tengo veredas nostálgicas,
tengo caras familiares.
Tengo una memoria confundida
y tengo lugares favoritos.

Y canto ‘oh oh’ los viernes a la noche y espero que todo esté bien.

Esta es mi cara, tengo cientos de opiniones y no el tiempo para explicarlas.
Y este es mi cuerpo, y no importa cuanto intentes dejarlo inválido, va a seguir estando ahí.
Y esta es mi mente y aunque intentes infringirla no podes restringirla.
Y este es mi cerebro, y aún si intentás y me retenés no vas a ganar nada.

Porque uso enjuague bucal,
y a veces hilo dental.
Tengo una familia
y tomo mucho té.

Pueden verla y escucharla si hacen click acá :)

sábado, 25 de diciembre de 2010

Inspiracion y Tiempo




La velocidad me ciega pero hoy, esta tarde noche, puedo ser la observadora. Noto que los días suelen pasar como centellas fugaces junto a mi.
Hago un pequeño pero fundamental stop en la ruta. Me detengo, bajo del vehículo porteño, inclino suavemente el mentón hacia el cielo y coloco cómoda y sublime mi mirada sobre la ruta, extiendo los brazos junto con mis piernas y cada partícula de mis dedos, me desperezo para llenar mis pulmones con cada miligramo de aire flotante. Inspiro.
No los veo, son solo un hilo de color que desaparece en un instante. Pasan volando como en jet y dejan marañas en mi pelo y ropas. Pero si puedo ver el ahora, la descripción de este momento y el recuerdo que me trae cada detalle de mi cuarto, cada objeto con una historia, cada cosa con una huella de mi.
Me gustaría desvanecerme como la esencia que emana el calor de este aroma. No porque quiera desaparecer, sino porque quiero estar mas presente que nunca, mezclarme con el aire. Tubos de caña cascabelean percusiones en la atmosfera. La luz amarilla acompaña mi tinta azul, una energía vital y natural que arde como mi corazón. Objetos que llaman mi atención y preguntas con memorias de amnesias ¿Cuántas veces de chica me abre sentado en esta pequeña sillita de madera y mimbre? Me pregunto mientras miro mi historia en poesía, escrita en docenas de cuadernos rojos con lunares, verdes con hojas, grises con paisajes, violetas, mariposas.
Es un stop en el tiempo. Relajación de una luz que masajea mi muñeca, subiendo por mi brazo a mi cabeza, me detiene, me despierta.
Y es en ese exceso de percepciones cuando mis dedos se vuelven inquietos buscando estallar los chorros de tinta, la negra carbonilla, tal vez cuerdas deliciosas o pintura multicolor. La elección dependerá de los antojos que despierte esta naciente musa risueña, que encuentra en los momentos menos esperados la inspiración añorada por mis ansiosas manos.


Actualmente la velocidad en que nos movemos es tan fugaz como esos meteoritos que pasan rozando nuestro cielo y luego desaparecen en el infinito. Nuestra concepción de la vida esta mas allá que regulada por ciclos naturales y el reloj no ha sido mas que su maestro. Ese tic tac nos ha impuesto una nueva percepción acerca de la realidad y en este contexto del que tanto han hablado Thompson y Adorno, es que sumerjo mi curiosidad y establezco su relación con esta femenina esquiva que muchos idolatran y de la cual muchos viven: la inspiración en el arte. Y mi curiosidad me lleva a replantearme su real existencia como cualidad comparable a la de una musa inspiradora, a la de un ente celestial, que de manera involuntaria visita nuestra puerta artística.
Es indudable que este tipo de creatividad espontanea existe en el arte. Días en los que, sin saber porqué, aparece un disparador enmascarado que te empuja a una explosión artística. Muchos la encuentran en un estado constante de reflexión; pero antes de llegar a esa instancia se asume una mirada exótica sobre las cosas que pasan a nuestro alrededor, pero no una mirada cualquiera sino una más curiosa y sutilmente llamada “el arte de mirar”. Situarse ahí en las cosas simples donde suceden las grandes historias y volver a mirar lo que parece obvio para inspirarnos y crear.
De esta forma la invocación de la musa es fundamentalmente un viaje. Un viaje a través de una mirada externa pero principalmente un viaje interno. Ya que, como señala Celia Güichal,(1) “el viaje inmediatamente convoca a una constelación de imágenes y de palabras afines: mapa, territorio, camino, exploración, búsqueda, aventura, descubrimiento… y algo empieza a moverse, o a querer moverse.” Sin duda la inspiración que nos motiva a crear un hecho artístico esta relacionada con ese tipo de movimiento del que habla Güichal porque implica la acción de algo, la acción de crear. La invocación implica un viaje interno porque la manera de conocernos mejor es a través del viaje externo, es decir, para conocernos mejor, para reflexionar de manera interna sobre las cosas, primeramente debemos conocer al otro, cruzar una frontera, detenernos y observar. Se trata de movernos pero con lentitud y espera.

Visto de esta forma pareciese que el momento de la búsqueda de inspiración es el último recurso para situarse fuera de la lógica de la inmediatez que nos obliga a transitar el sistema en el que vivimos. Como dirían los italianos: dolce far niente.
De alguna manera esta búsqueda siempre esta regulada por nuestros cambios de ánimo pero la mayoría de las veces la inspiración no aparece naturalmente sino que es obligada y forzada a hacer presencia. No disfrutamos cada momento de producción sino que la aceleramos en términos cuantitativos y límites temporales de exposición. Todos hemos pasado por esos baches creativos en donde nada nuevo parece salir y a medida que pasa el tiempo estipulado de creación, nos vamos poniendo neuróticos por la falta de ideas. Esta es una realidad y afirmo con certeza que todos hemos sufrido de vez en cuando (y seguimos sufriendo) este problema. La falta de tiempo nos estresa y el tic tac del reloj vuelve a aparecer con su concepción del tiempo para darle una puñalada a la creatividad. El artista de estos tiempos es un sentenciado por su propio tiempo. Similar a la producción en una fábrica, todo debe estar empaquetado y resuelto en el trascurso de unos x días: ya sea una pintura, una obra de teatro, la composición de un tema musical o la escritura de un cuento o ensayo. Es un recorrido de apariencias, con tiempos acotados de antemano y de un viaje ficticio. En donde el resultado puede o no ser apreciado como la “gran obra de arte” para un tercero pero que para el artista no ha sido más que un entretenimiento sin placer ni aprendizaje. Un viaje externo sin un viaje interno. Como dice el cronista Martin Caparros (2) “Se establece un tiempo especifico, distinto del habitual, que no es el tiempo de la vida, para recorrer lugares que no tienen para el viajero mas realidad que la de ese periodo acotado y su recuerdo: que volverán a la inexistencia una vez abandonados.”
Parece no existir salida de este mundo en donde la lógica de la novedad, el lucro, el ahorro y la velocidad marcan el ritmo.
Somos prisioneros de una cárcel de tiempo custodiada por un guardia de nombre sistema, y nuevamente, nada mas ni nada menos, que el arte mediante su secuas la inspiración será quien nos marque el pequeñas salidas de escapatoria. Como dice Marcuse (3)”El arte es el escape de los rebeldes”.